Distancia social: escenas cotidianas transformadas por el coronavirus


El capital acepta y cree en el colectivismo para sí y el individualismo para sus enemigos. Quiere que sus víctimas sean individuos o, dicho de otro modo, átomos. Porque la palabra átomo en su acepción más clara puede traducirse por "individual". Si existe algun nexo, alguna fraternidad, algunos vestigios de lealtad de clase o de disciplina doméstica, merced a los cuales le es dable al pobre venir en ayuda del pobre, esos "emancipadores" no regatearán esfuerzo por relajar el nexo, quebrantar la disciplina, del modo mas liberal. Si la fraternidad existe, esos individualistas la fraccionarán a la forma de individuos, o, lo que es igual, la disgregarán hasta hacerla átomos. 
Los dirigentes de la plutocracia moderna saben lo que hacen; no cometen errores; no dan pie a que se les acuse de ligeros. Un profundo y exacto instinto les ha señalado el hogar doméstico como el obstáculo de mayor monta opuesto a su inhumano progreso. 
Sin la familia quedamos desvalidos al Estado, que, en nuestro caso moderno es el Estado servil. Valiéndonos de una metáfora militar, diremos que la famila es el único frente con que se puede repeler la carga del capitalismo. Es la fuerza que ataca de a dos en fondo, como el soldado forma "de a cuatro", y en toda comarca rural ha resistido, en la granja o en la heredad, como la infantería ha resistido a la caballería, formando el cuadro. 

Así G.K. Chesterton en "La superstición del divorcio" (1918).

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